Últimamente he estado bastante alejado de este rinconcito por causas de fuerza MUY MUY MAYOR, y no, no se ha debido a intentos de invasión "interplatanaria" ni a un apocalipsis de muertitos no tan muertitos pero tampoco tan vivos...
En fin, el caso es que con tantas situaciones por las que he tenido que atravesar en estas últimas semanas me ha dado por pseudo-filosofar un poco, y parte de lo que ha surgido de mi retorcida mente lo plasmé en algo que, aunque ya tiene un rato que lo escribí y publiqué en otro blog ( mi primer experimento en el mundo bloguero), decidí retomarlo aquí mero...
Hace unos días de regreso a casa despues de una “ardua” jornada de
trabajo, me puse a divagar sobre los planes que aún tengo por completar y
las ideas que siguen en desarrollo, de las cuales espero por lo menos
concretar un par en este año; intenciones de mejorar en esto y aquello y
todo eso que suele uno pensar al iniciar el año.
Estaba en ese estado de incoherencia ideológica interior (una forma bastante rebuscada para decir que estaba en la “lela”), cuando levanté la mirada al cielo de la tarde, pude observar los colores del atardecer con todos esos sutiles cambios en los matices de los rojos, anaranjados y amarillos, que poco a poco iban cediendo a los grises y azules de la noche.
Al mirar las nubes moverse por el cálido viento vespertino, no pude evitar hacer una comparación sobre la existencia del hombre y las nubes...tal vez alguien ya haya hecho una observación filosófica al respecto, pero como yo no estoy enterado de eso es algo que me tiene sin cuidado, entonces he aquí mi pensamiento al respecto...
La vida del hombre es como el ciclo de las nubes, se originan en algún punto, a veces se mueven a capricho del viento, de aquí para allá, así como cuando uno se la pasa en el agitado ritmo de vida que nos ha tocado experimentar en el presente; a veces las nubes se juntan con otras, lógicamente formando nubes más grandes, por lo que también pueden provocar tormentas, así como los humanos tienden a formar sociedades, y al juntarse cada vez más y más individuos en un solo lugar suelen aparecer los problemas.
Estaba en ese estado de incoherencia ideológica interior (una forma bastante rebuscada para decir que estaba en la “lela”), cuando levanté la mirada al cielo de la tarde, pude observar los colores del atardecer con todos esos sutiles cambios en los matices de los rojos, anaranjados y amarillos, que poco a poco iban cediendo a los grises y azules de la noche.
Al mirar las nubes moverse por el cálido viento vespertino, no pude evitar hacer una comparación sobre la existencia del hombre y las nubes...tal vez alguien ya haya hecho una observación filosófica al respecto, pero como yo no estoy enterado de eso es algo que me tiene sin cuidado, entonces he aquí mi pensamiento al respecto...
La vida del hombre es como el ciclo de las nubes, se originan en algún punto, a veces se mueven a capricho del viento, de aquí para allá, así como cuando uno se la pasa en el agitado ritmo de vida que nos ha tocado experimentar en el presente; a veces las nubes se juntan con otras, lógicamente formando nubes más grandes, por lo que también pueden provocar tormentas, así como los humanos tienden a formar sociedades, y al juntarse cada vez más y más individuos en un solo lugar suelen aparecer los problemas.
Nuestra vida y todo lo que gira en torno a ella puede cambiar de un momento a otro, así como las nubes cambian de forma, y finalmente, en algún punto, las nubes desaparecen, invariablemente la vida del hombre termina también...
Las nubes nunca dejarán de ser nubes, no creo que a ellas les preocupe hacia donde van o en donde terminarán...en cuanto al hombre, bueno... nunca dejará de preocuparse por lo que vendrá después, hacia dónde va su vida y en dónde terminará todo.
Las nubes y la vida de los humanos, ciclos parecidos y todo tan diferente a la vez, ¿o no?
He dicho...
Y si, la foto es de mi autoría, no me quedó tan pior, ¿erdá?
Y si, la foto es de mi autoría, no me quedó tan pior, ¿erdá?
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